viernes, 30 de diciembre de 2011
Baladas maternales (José Antonio Labordeta)
Un día u otro
escribiremos en la pared desnuda
de la casa de enfrente
nuestro heróico grito
de bienandanza.
Habremos logrado,
con la justa medida del tiempo,
el hallazgo final de nuestras vidas.
Compañeros:
Ahora, mientras tanto,
esperemos el crepitar del sol
en la solana vieja
que renace cubierta de esperanza.
Fueron, y son,
tiempo muy duros.
Nada se hace sin dificultad.
Cantemos, mientras tanto,
las viejas baladas maternales,
por ejemplo:
______________
Baladas maternales
A expensas de la vida
me quedo con tu voz
entre mis dedos.
No quiero
otra vez el recuerdo.
Hoy te tengo presente
en tus canciones
allá cuando el invierno
más crecía.
Quiero seguir
sabiéndote en mi infancia
solamente.
______________
Creces tanto
que, a veces,
me da miedo tu estatura
Eres casi
infinita.
Y un día
voy a perderte
al no poder quedarme
toda tú
en mi memoria.
______________
Los chicos del barrio
han vuelto a destrozar
el delicado alféizar
de tu casa.
Nunca
llegarás a habituarte a su barbarie,
a pesar de que sientes por ellos
un amor fortísimo.
Son como el vendaval.
Perdónalos.
Compréndelos:
Crecieron en la peligrosa suerte
de la vida.
______________
Te tengo recogida
entre las manos suaves del otoño
como si fueras hoja
o pájaro
o papel batido por el viento.
No sé cómo esconderte
en mi entrañable párpado
y te guardo
en la alcoba de viejos cachivaches
tan amados.
El susurro del aire
te conmueve
y entonces te acaricio
sosteniendo en la brisa con los labios
y dejando la estancia igual que estaba:
Vacía.
______________
¿Quién hay detrás de los cristales rotos,
de los cristales
hechos añicos por el tiempo brutal
que todo lo destruye?
¿Permanecen aún
los abuelos paternos
que murieron en Cuba de soldados?
¿Quién está ahí detrás?
Sé que nunca querrás decirme la verdad:
te asusta.
Y entretanto
nunca sabré de quién están hablando
esas sombras que, presurosas, atraviesan el fondo
en esta noche feliz
del mes de octubre.
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