Mostrando entradas con la etiqueta Raquel Lanseros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Raquel Lanseros. Mostrar todas las entradas

martes, 20 de diciembre de 2011

Y entonces me besaste (Raquel Lanseros)




Por celebrar el cuerpo, tan hecho de presente
por estirar sus márgenes y unirlos
al círculo infinito de la savia
nos buscamos a tientas los contornos
para fundir la piel deshabitada
con el rumor sagrado de la vida.

Tú me miras colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen
y las ganas tomadas hasta el fondo.

No existe conjunción más verdadera
ni mayor claridad en la sustancia
de que estamos creados.

Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.

Sólo quien ha besado sabe que es inmortal.

Poema: Raquel Lanseros
Pintura: El Beso, Gustav Klimt. Copia realizada al oleo por Raquel Pozo.



jueves, 30 de junio de 2011

Un joven poeta recuerda a su padre (Raquel Lanseros)



Ahora ya sé que pasé por tu vida
como pasan los ríos debajo de los puentes,
-indiferentes, turbios, orgullosos-,
con la trivialidad desdibujada
de las pequeñas cosas que parecen eternas.

Muchas veces lo obvio
se oculta tras un halo de extrañeza,
tras la costumbre lenta, indistinguible
del aura fugitiva de las vivencias únicas.

Es difícil saber
que la belleza abrupta del vivir cotidiano,
tan desinteresada de sí misma,
nacida sin clamor ni pretensiones
es en esencia tan mágica y rotunda
que resulta imposible de imitar a propósito.

Y es aún más difícil
comprender que la fiesta de las cosas sencillas
casi siempre termina
mucho antes que la voluntad del festejado.

Inmóvil vi pasar ante mis ojos
el desfile callado de tu vida
con tus sueños cansados en otoño,
tus alegrías de puertas para adentro
y tus desvelos discretamente cálidos.
Creo acertar si digo
que nunca te di nada que no fuese
un préstamo a mí mismo.
Te pedí, sin embargo, tantas cosas.

Hoy, inmóvil de nuevo, asisto inerme
a este desfile amargo de tu ausencia
mientras mi corazón -dividido y atónito-
comienza a descubrir que la vida va en serio.

Te recuerdo. Hace frío
y el frío me devuelve
aquella forma tuya tan sutil
de ofrecerme a la vez un corazón errante,
la suerte en un casino de Las Vegas,
la lluvia indescifrable del desierto,
los versos de Machado en un suburbio.

Ahora ya sé que pasé por tu vida
indolente y confiado, -sin asombro-,
como suelen vivir todos los hombres
que no conocen todavía la pérdida.


Poema: Raquel Lanseros (Los ojos de la niebla. Visor, Madrid, 2008)
Fotografía: Manuel Couceiro, Segovia, febrero 2011

miércoles, 22 de junio de 2011

Invocación (Raquel Lanseros)



Que no crezca jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio,
del cinismo,
de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
en las mil infinitas posibilidades.
Engáñenme los cantos de sirenas
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible,
helado.
Llore yo todavía
por sueños imposibles
por amores prohibidos
por fantasías de niña hechas añicos.
Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.

Por si vinieran tiempos de silencio.

Poema: Raquel Lanseros De La Acacia roja, Tres Fronteras, Murcia, 2006
Fotografía: Manuel Couceiro, Amberes, junio de 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

La mañana (Raquel Lanseros)





Cuando la oscuridad se bate en retirada
una luz incipiente
fría como el acero
anuncia otro principio.

Las calles yacen pálidas bajo el peso del hielo
los pájaros de vidrio
inclinan sus cabezas
al paso de la madrugada derrotada.

Apenas queda nadie acompañando el alba.
Sólo se oye el silencio.

Y siempre en este leve,
desconcertante instante de cansancio sutil,
de afónico latido
siento ganas de darle alcance al tiempo
y arrancarle en caliente
un arcón de segundas oportunidades.

Justo en ese momento
en que lo imaginario y lo existente
diluyen sus esencias
en un abrazo insólito
sería hermoso empezar muchas veces seguidas.

En este breve espacio que separa
las noches más oscuras del invierno
de la vida imparable y agitada
me dan ganas de ser todas esas personas que yo soy
además de yo misma.