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sábado, 30 de julio de 2011

Un ejemplo (Felipe Cano)












UN EJEMPLO
A Laia

La felicidad ocurre cuando
detenemos el tiempo, o mejor
le damos esquinazo, o aún mejor
descubrimos su impostura. Por eso nos buscamos
afanosos en una noche cualquiera, y nos decimos
el conjuro de las palabras sucias
que nunca traspasarán la puerta
de nuestra habitación. Porque también nosotros
como todos
somos otros
entre las cuatro paredes donde
la vida se desnuda...

Y es cierto que la felicidad no se puede explicar.
Pero sí podemos poner ejemplos.
Y en éste, amor, estamos de acuerdo los dos.


Fotografía de Héctor Zampaglione

domingo, 10 de julio de 2011

Todos nosotros (Felipe Cano)












TODOS NOSOTROS

Yo no recuerdo cuándo
perdí la inocencia.
Si fue de golpe o fue
un descubrir paulatino.
Me ocurre a veces
que escucho a alguien
y siento idéntica la maravilla
de cuando era niño, esa mezcla
de respeto, expectativa e inseguridad.
Pero hoy he descubierto
algo que me intriga aún más
haber olvidado: a mi hija
seria y ensimismada
con una hondura de siglos
frente a un grifo abierto
intentando retener el agua
entre sus pequeñas manos.
Y me he imaginado
a mí mismo -a todos nosotros-
en ese trance fundamental...
Hermosa voluntad de querer
lo imposible. Sólo la muerte puede
retener el agua entre sus manos.


Fotografía Laia Aguilar.

sábado, 2 de julio de 2011

Las olas (Felipe Cano)
















LA OLAS
"Agradece a la edad este regalo"
Alfredo Buxán

Las olas son de quien las mira
contar, como Sherezade, historias siempre
interrumpidas antes del final.
Me gusta el mar en calma, en voz baja,
cuando el invierno desaloja las playas
y el frío te devuelve algo de ti mismo.
Tantas veces me pregunté sobre las olas.
Pero era incapaz mi impaciencia de callar
para escucharlas.
Hoy, que tengo más edad y canas
que me disfrazan; que he comprendido
que la vida está en una dirección desconocida,
soy capaz de escucharlas, por fin.
Llegan lentas en esta mañana de noviembre.
Un regalo de la edad.


Pintura: La sirena azul, Marc Chagall

sábado, 25 de junio de 2011

Volver (Felipe Cano)














VOLVER
"...allí
donde tantas mañanas
transcurrieron felices,
buscaría el tesoro
que enterré, siendo niño".
J.A.Goytisolo

No lo encontrarás, porque ya tu memoria falla
y llegas sin mapas y vienes de lejos. Aunque
no hay mayor lejanía que la vida que pasa.
Vuelves para encontrar un tesoro,
pero ¿acaso sabes si no fue soñado?
Sé lo que te ocurre: pasaron los años,
y seguiste soñando. No importaba el vacío, así tú lo llenabas.
Y estás confundido.
Te daré algunas pistas. Te ayudaré. Busca
donde las golondrinas trenzaron interminables veranos
y entre las cañas se escondían furtivos amantes;
donde fuiste pobre y confiado;
donde todo era relativo, pero sobre todo los horarios,
y la libertad, de tan grande, era invisible;
donde no existieron más que cuatro calles
y un campo de fútbol
y un descampado…
Allí debes buscarlo. Allí lo encontrarás.

miércoles, 8 de junio de 2011

Que venga la noche (Felipe Cano)















QUE VENGA LA NOCHE

Let evening come
Jane Kenyon

Que venga la noche sin propósitos de enmienda. Lentamente,
con el cansancio justo y sin amenazas –para quien la noche
es una amenaza. Que venga
como una señora sin prejuicios y de buena fortuna.

Cuando a mi cuerpo roto le cuesta dormir,
me quedo a tu lado, bien cerca,
sin molestar ni descubrirme, ladrón hábil, y espero
a que tú te duermas. Me gusta, me gusta tanto.

Por eso digo: que venga la noche. Porque son apenas
unos minutos en los que te acompaño mientras tú te alejas. Porque es
un calor tibio tu aliento, y tu cuerpo,
suave y sin apenas ropa, me roza. Que la noche venga.

Mañana saldré a trabajar, aún oscuro afuera, tu todavía dormida.
Saldré silencioso por la puerta, como un amante, como un ladrón.
¿Y qué me llevo de valor? La manera de sobrevivir
un día más en esta vida nuestra, tan imperfecta.

jueves, 2 de junio de 2011

Everyman (Felipe Cano)

















EVERYMAN
"El río es tiempo negativo,
siempre deshaciéndose a sí mismo,
siempre detrás de donde una vez estuvo".
Charles Wright


Cuando, desde el puente, miró hacia abajo
el agua se alejaba
igual que la última vez
hacía treinta años –siempre el río está
detrás de donde una vez estuvo.
Entonces se dio cuenta de que eran viejos conocidos. Y no le gustó.
¿Treinta años? Demasiado tiempo, pensó.
Y empezó a contar. Pero un anciano
que en un puente se lleva
los dedos a los labios
para contar,
es que tiene algo de lo que arrepentirse. Así que guardó la mano temblorosa en el abrigo.
Bastaría con cruzar al otro lado, se dijo,
como quien entra en una casa
de acogedoras ventanas
encendidas en la noche... Pero la humedad del río
crece y se escarcha en su memoria como el rocío en la helada.
No le es posible ya evitar
la pregunta: ¿Cuántas veces
puede la vergüenza cruzar un mismo puente?
Bastan los dedos de una mano. Y aun menos.
Quienes aquí abandonaste ya no te esperan.
Tu vida es hoy un cuadro deshabitado.



Dibujo de Eric Zimmerman


domingo, 29 de mayo de 2011

Un cuaderno en el agua (Felipe Cano)




UN CUADERNO EN EL AGUA

No habrá quien pregunte por mí como antes
solían preguntar -era yo entonces
necesaria como solo las madres pueden serlo.

Del amor de los hombres he conocido
tardes de cristal y sótanos sin luz,
pero siempre di a mi cuerpo lo que mi cuerpo quería.

He sido una mujer feliz, como todas
las mujeres que prefieren
hacer inventario, aunque a veces los recuerdos duelan
como esquirlas en el pecho
envejecido,
como una certeza en invierno.

Vine hasta aquí cada día,
con frío o calor, a escribir
junto al río -el río fue
el verso más hermoso
de Dios, porque resume
a quien lo mira.
Quise yo un día escribir un libro
que me resumiera a mí.

Como el corredor cuyo cuerpo pide
endorfinas, yo necesité
estar cerca de estas aguas
para volver a mi memoria.
Y he descubierto que no hay
recuerdos
que importen más que otros.
Que lo mismo es
aquella moneda antigua que perdí,
que la tarde de amor en que borramos el cielo
o el largo día en que alumbré a mi hijo...

Las aguas que se van traen
otras aguas.
Siempre.

El libro ya está terminado.
En el cuaderno han quedado
hojas en blanco.
Pero esto quedará entre el río y yo.


Fotografía de Antonio Muñoz Molina.

Nota: este poema está inspirado en un texto que Antonio Muñoz Molina escribió en su blog el pasado 4 de abril.