UN CUADERNO EN EL AGUA
No habrá quien pregunte por mí como antes
solían preguntar -era yo entonces
necesaria como solo las madres pueden serlo.
Del amor de los hombres he conocido
tardes de cristal y sótanos sin luz,
pero siempre di a mi cuerpo lo que mi cuerpo quería.
He sido una mujer feliz, como todas
las mujeres que prefieren
hacer inventario, aunque a veces los recuerdos duelan
como esquirlas en el pecho
envejecido,
como una certeza en invierno.
Vine hasta aquí cada día,
con frío o calor, a escribir
junto al río -el río fue
el verso más hermoso
de Dios, porque resume
a quien lo mira.
Quise yo un día escribir un libro
que me resumiera a mí.
Como el corredor cuyo cuerpo pide
endorfinas, yo necesité
estar cerca de estas aguas
para volver a mi memoria.
Y he descubierto que no hay
recuerdos
que importen más que otros.
Que lo mismo es
aquella moneda antigua que perdí,
que la tarde de amor en que borramos el cielo
o el largo día en que alumbré a mi hijo...
Las aguas que se van traen
otras aguas.
Siempre.
El libro ya está terminado.
En el cuaderno han quedado
hojas en blanco.
Pero esto quedará entre el río y yo.
Fotografía de Antonio Muñoz Molina.
Nota: este poema está inspirado en un texto que Antonio Muñoz Molina escribió en su blog el pasado 4 de abril.
"En el cuaderno han quedado
ResponderEliminarhojas en blanco"
"El río fue el verso más hermoso de Dios"
"Y he descubierto que no hay
recuerdos
que importen más que otros"
Después de una tarde agitada, siempre viene bien un remanso de poesía.
Gracias por el blog.
Gracias a ti por la visita, Phylax! Es un placer recibirte en nuestra casa. Me pillas en pijama, jajaja.
ResponderEliminarUn saludo!
Querido Felipe: Tú dí que sí, al alma directo, sin analgesia. Agradezco mucho aún a costa de lágrimas porque tu poema es Verdad.
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