"Entraron -y fue solo después de haber entrado
cuando la ciudad se tornó habitada
Érase una vez un hombre que vivía
fuera de los muros de la ciudad. Y la ciudad
era él mismo"
(José Saramago, La Ciudad)
Estamos rodeados
mi querido amigo
por todas partes
los no-hombres habitan cada rincón
de esta malgastada ciudad.
Estamos rodeados
mi querido amigo
por gente que vende su vida por dos reales
vida pagada a cambio de su propia inanidad,
sexo implorado a falta de amor.
Ya no es: nace-vive-muere
Ahora es como siempre ha sido:
nace-trabaja-muere.
Estamos rodeados
mi querido amigo.
Si tuvieras tiempo para contarme
si yo tuviera acaso tiempo para escucharte
hablaríamos de otras cosas:
del olor, de la sonrisa, del silencio
de la música, de sus ojos en la madrugada.
Hablaríamos del viaje
de salir al alba
del despertar aún con el olor de las sábanas en un tren
de coger la mano de quien nos acompaña
y seguir soñando.
Si el tiempo nos perteneciera
hablaríamos de ti
de tus sueños, de tus dudas y miedos
de tus entrañas
de lo que me das sin pedir
de lo que tenemos sin saberlo.
Si rompiéramos el cerco
y tumbáramos los muros de la ciudad
y entráramos cual victorioso ejército de hombres
viviríamos durante ciertos segundos
—ciertos por verdaderos—
que la vida es, como siempre habría de haber sido:
nace-vive-muere.
Poema: Manuel Couceiro, (Madrid, abril de 2001)
Fotografía: Manuel Couceiro (Amberes, junio de 2011)
Me gusta mucho este poema, Manuel. Mucho. Si el tiempo nos perteneciera...
ResponderEliminarMuchas gracias, Ángela. Escribí este poema hace ya 10 años, y después tuve un periodo de dos años que trabajé mucho a costa de mi tiempo para vivir... fue suficiente, desde entonces tengo claro cuales son mis prioridades.
ResponderEliminarUn abrazo.