Qué misterioso era que ambos, en la distancia
casi impensable que nos desunía,
lográramos oírnos y que habláramos
idéntico leguaje: el que pronto aprendimos
--bastaron la intuición y una miradas--
en las contadas veces que la suerte
nos dio para sabernos y estar juntos.
casi impensable que nos desunía,
lográramos oírnos y que habláramos
idéntico leguaje: el que pronto aprendimos
--bastaron la intuición y una miradas--
en las contadas veces que la suerte
nos dio para sabernos y estar juntos.
Llegaban tus palabras hasta mí
titubeantes y con decisión,
entre fervores y melancolías.
Atravesaban días y noches, cielos, mares,
y al final enhebraban en un mágico hilo
soledades y asombros de uno y otro.
titubeantes y con decisión,
entre fervores y melancolías.
Atravesaban días y noches, cielos, mares,
y al final enhebraban en un mágico hilo
soledades y asombros de uno y otro.
Imprevisiblemente me mostraban
tu mundo remotísimo, tus quehaceres, tu forma
peculiar de evocarme y pronunciarme,
tu intimidad que entonces pude sentir tan mía.
tu mundo remotísimo, tus quehaceres, tu forma
peculiar de evocarme y pronunciarme,
tu intimidad que entonces pude sentir tan mía.
Sí, no ignoro que todo acaso no fue más
que un sueño que soñamos a un tiempo, pero se hizo
muy intensa la vida.
que un sueño que soñamos a un tiempo, pero se hizo
muy intensa la vida.
Y aun ahora
no consigo avenirme a dar por bueno
que aquello sucediera y terminara.
Porque no es recuerdo: todavía
alienta en mi vivir --no en la memoria--
no consigo avenirme a dar por bueno
que aquello sucediera y terminara.
Porque no es recuerdo: todavía
alienta en mi vivir --no en la memoria--
esa fragilidad tan verdadera
que el aire leve mece, pero no quiebra el viento.
que el aire leve mece, pero no quiebra el viento.
Y es tu imagen un claro presente sucesivo
brotando a cada instante, que me causa
emoción, alegría y gratitud.
brotando a cada instante, que me causa
emoción, alegría y gratitud.
Y dolor. Y dulzura.
Pintura: Edward Hopper
Compré el primer libro de ESR, 'Maneras de estar solo', y me entusiasmó. Entonces yo era bastante joven, y quizás más melancólico que ahora. Es un libro -de Adonais, de formato tan sencillo y elegante- que nunca perdí en mis frecuentes cambios de ciudad en aquellos tiempos. Hace poco compré el libro de sus obras reunidas, y lo disfruto. Me parece más cercano que otro elegíaco, Francisco Brines, que también me gusta mucho. Veo que compartimos quereres poéticos, Felipe, como te dije hace poco en el blog de AMM, a cuenta del poema del gorrión de Claudio Rodríguez. Abrazos cordiales, y buen verano.
ResponderEliminarMiguel Angel Moyá
Gracias, Miguel Ángel por tu comentario. Ya somos tres a los que nos gusta Sanchez Rosillo, y coincido también con Brines, al que habrá que traer algún día por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.